Y Obama recibió el Nobel de la Paz [...]

Y todo parece indicar que mañana Barack Obama dará su discurso de aceptación (escrito por él mismo, cosa rara en temas de presidentes) del premio Nobel de la Paz, condecoración que después de 90 años es otorgada a un presidente norteamericano y, como era de esperarse, ha llamado la atención de más de un paracaidista que desde ya ha reservado su sitio en el Oslo City Hall para asistir en vivo a tan particular evento.

Lo curioso de todo ésto es (como muchos han de haberse preguntado), ¿qué hace a Obama acreedor a un premio de tal grado? Obviamente yo no pienso mostrar aquí ninguna posición particular respecto a Obama, pero puedo mencionar que los organizadores han indicado que la nominación de Obama desde un principio estuvo basada en el trabajo que éste ha estado realizando para lograr el desarme nuclear (que a propósito la semana pasada estuvo algo movido por algunas actividades un poco ¿desafiantes? del gobierno iraní), la integración con la cultura musulmana -tan lejana para muchos occidentales-, y por supuesto por ser el primer presidente afro-americano de los Estados Unidos de América (¡ah! los términos diplomáticos).

De acuerdo al diario The Wall Street Journal Europe (lo siento, leo la versión europea), representantes de la administración Obama han dicho que el discurso de "paz" de Obama será algo irónico dada la difícil posición del gobierno norteamericano en estos momentos (sí, éso de más tropas a Afganistán, y de que ahora EUA quiere ser líder en derechos humanos luego de que ciertas cosas "feas" se han visto en China, Irán y Darfur).

Yo, sin ánimo de sonar más papista que el papa, esbozo una sonrisa y coqueteo en mi mente con las teorías de conspiración y con la posibilidad (talvez remota posibilidad) de que ésto no sea una campaña de medios y más bien sea realmente un reconocimiento a alguien que, en estos momentos nos guste o no, tiene mucho que decir respecto a lo que sucederá en el mundo en los próximos años. Sólo que [...] realmente no me gustaría (y perdonen lo personal) que un hombre de tales cualidades (porque las tiene) vea su imagen diezmada por una caprichosamente obvia estrategia para aumentar su credibilidad. Mañana estaré atento a escucharlo, sin ánimo de volver a oír a un Luther King Jr. o a un Elie Wiesel; borrando todo para evitar el prejuicio y esperando que su visión, si acaso buenas, pueda por fin cumplirla.